ERASE UNA VEZ...

26.07.2010 17:29

 No tenía yo nada que hacer si no nacer aquella fría tarde del 26 diciembre. Debe ser porque nací un día después de Navidad, que me gustan tanto estas fiestas. Bueno, por eso y porque mis padres se encargaron de cargar estas fiestas de todo el cariño y emotividad que realmente deben tener. Mis dos hermanos y yo hemos tenido gracias a mis padres las mejores Navidades que nunca hubiésemos imaginado.

Siendo de Cádiz, el Carnaval no se queda atrás y en mi niñez, recuerdo con especial cariño, aquellas noches de Final del Falla cuando todos nos disponíamos a verla. El que más tarde se quedaba, luego presumía de ser el más mayor. Cuanta inocencia… Los disfraces y la alegría que despierta Cádiz en estas fiestas hacen que mi recuerdo sea también entrañable. Y no menos lo es la Semana Santa, que mi hermano pequeño me ha inculcado desde pequeñito. Fijaros, un “mijita” como le llamábamos a mi hermano Jesús, inculcándome a mí a entender dicha fiesta.

Yo desde que tuve uso de razón, la tele y la radio fueron mis juegos infantiles. Yo no tuve balón y no es porque mis padres no me lo compraran, sino porque mi asma y alergia no me dejaban correr todo lo que quería. Aún así, creo que si hubiese podido tampoco hubiese sido de partidos de fútbol. Mis inquietudes a tan temprana edad eran ya las de tener un programa en la radio. Con siete u ocho años, ya jugaba a ser locutor de radio. Tengo una imagen que nunca puedo borrar y es la mía, asomado al patio de mi casa, con las piernas sacadas por el balcón y con un radiocassette en las manos, aparato por el cuál grababa entrevistas de la radio para luego borrarles la voz del presentador y poner la mía. Así parecía que las entrevistas las hacía yo.

Me pasaba el día escribiendo guiones, cientos, miles de guiones. Jugaba a tener tele propia y programa propio. La de tiempo que me he pasado yo hablando solo y mirando a una cámara ó hablándole a un micrófono imaginario. No he hecho otra cosa sino anhelar el momento de poder llevar mi vocación a la realidad.

Cuando tuve la oportunidad de ponerme por primera vez en un micro en la emisora del colegio, confirmé mi vocación: no quería hacer otra cosa. Y aunque no se me han caído los anillos de trabajar de Administrativo, reponedor, cajero ó dependiente, mi fijación con el mundo de la comunicación nunca lo dejé pasar por alto.

Desgraciadamente, una enfermedad y la falta de recursos económicos, me impidieron hacer la carrera de Periodismo como a mí me hubiera gustado. Ahora, que los micrófonos de Onda Cádiz me dan la oportunidad de hacer lo que más me gusta, solo anhelo a poder tener mi programa propio, ya sea en radio y o en televisión. Vivir de la tele es cosa difícil, pero más difícil es vivir alimentando una frustración que no lleva a ninguna parte. Dicen que cuando se desea algo con todo el alma, al final acaba por ocurrir. Por eso yo, estoy seguro que mi lugar está en el mundo de la comunicación. Tarde lo que tarde…

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Manuel Devesa

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